martes, 14 de enero de 2014

El cerebro...

El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender.
Plutarco (50-125) Escritor griego.

Poema XX.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Autor: Pablo Neruda

Me gusta cuando callas.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


Autor: Pablo Neruda.

No tengo paz ni puedo hacer la guerra

No tengo paz ni puedo hacer la guerra;

temo y espero, y del ardor al hielo paso,
y vuelo para el cielo, bajo a la tierra,
nada aprieto, y a todo el mundo abrazo.
Prisión que no se cierra ni des-cierra,
No me detiene ni suelta el duro lazo; 
entre libre y sumisa el alma errante, 
no es vivo ni muerto el cuerpo lacio. 
Veo sin ojos, grito en vano; 
sueño morir y ayuda imploro; 
a mí me odio y a otros después amo. 
Me alimenta el dolor y llorando reí; 
La muerte y la vida al fin deploro: 
En este estado estoy, mujer, por tí. 

Autor: Francesco Petrarca

En un mismo latido

A ti, extensión de mi piel, extensión de mi alma.

A ti, prolongación de mi cuerpo, mitad de mi ser.
A ti, guardián de mis sueños, de mis pensamientos.

A ti, a ti te escribo, unión perfecta e infinita,

Surcador de mis trazos que siembra con sus manos océanos rugientes en mi pecho,
Mar bravío de caricias raudas e inmorales que lucha por encontrar mi desnudez,
Oleaje de fuego y pasión que me sacude con sólo rozarme,
Candor que rellena mis huecos;
Brazos, piernas, manos tuyas enredadas en mi cuerpo,
Locura candente que navega desde mis hombros hasta mi frente,
Desde mis pies a mi cintura,
De mis caderas a mi pelo.
Líneas que parecen hechas para mis líneas, que parecen el molde de mí misma,
Tus trazos, mis trazos, tu cuerpo y mi cuerpo,
Sublime comunión de los mortales ésta que nos une hoy en un mismo suspiro,
En una misma piel,
En un mismo latido.

Autor: Marta Sader García

Ojos claros, serenos...

Ojos claros, serenos, 
si de un dulce mirar sois alabados, 
¿por qué, si me miráis, miráis airados? 
Si cuanto más piadosos, 
más bellos parecéis a aquel que os mira, 
no me miréis con ira, 
porque no parezcáis menos hermosos. 
¡Ay tormentos rabiosos! 
Ojos claros, serenos, 
ya que así me miráis, miradme al menos.

Autor: Gutierre de Cetina